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crisis de la zona euro ha revelado una triste realidad. La unión monetaria,
culminada con el euro, debería haber generado convergencia económica y
acercamiento político. Debería haber creado un ethos europeo, un sentimiento de
ciudadanía europea. Pero ha fracasado. Las divergencias económicas han
aumentado, las sociedades se han fracturado, los nacionalismos han florecido, y
Europa se ha convertido en un enemigo a batir. Como colofón, la salida del euro
se ha usado como arma de negociación, desnaturalizando el euro y convirtiéndolo
en un simple sistema de tipos de cambio fijos. Ha sido un tremendo error.Así Europa
tiene un negro futuro. Se ganarán batallas, pero se perderá la guerra. En un
mundo globalizado, con la población europea envejeciendo rápidamente, unidos
somos fuertes, separados seremos un cero a la izquierda.
razones del fracaso son múltiples. Las narrativas de la crisis varían en
función de los países y de las ideologías, y se instrumentalizan de manera
descarada para fomentar los intereses políticos locales. La Europa de las
reglas frente a la Europa de los banqueros. Responsabilidad contra solidaridad.
Neoliberalismo contra keynesianismo. Deudores contra acreedores. Norte contra
Sur. Con puntos de partida tan dispares será imposible construir un futuro.
Europa tiene que mirar hacia adelante, no hacia atrás. El punto de partida es
hoy, no es 2010. Hay que hacer borrón y cuenta nueva, acabar las
recriminaciones, y avanzar hacia la creación de una Europa que vuelva a ser
capaz de generar bienestar y crecimiento para todos sus ciudadanos. La crisis
es profunda, y mayor debe ser la respuesta. Europa debe decidir si quiere
consolidar el euro como una verdadera unión monetaria o abandonarlo. La
realidad actual, las medias tintas, ya no valen, es el peor escenario. Hay que
ser proactivo. Esperar a la próxima crisis sería una gran irresponsabilidad que
no se merecen los ciudadanos europeos.
Simetría
en el ajuste económico, porque no partimos de cero. Es un gran error poner como
requisito necesario que todos los países alcancen el equilibrio antes de
avanzar en la integración. La crisis ha sido tan profunda precisamente porque
se decidió resolver el problema bancario de manera coordinada, y no
mutualizada. Que cada uno se resolviera su problema. Este principio creo el
ciclo diabólico entre bancos y deuda soberana que tanto daño ha causado a
Europa. Europa necesita urgentemente una fuerte expansión cíclica que apoye el
proceso de ajuste —de la misma manera que Alemania se benefició de la expansión
europea durante su proceso de ajuste tras la unificación— y recupere el
optimismo europeo, tanto económico como político. Esta expansión cíclica
requiere simetría: mientras países como España siguen ajustando, otros deben
ayudar con políticas expansivas, y Europa debe complementar el resto. Alemania
debe mostrar su compromiso y poner en marcha un plan de inversión y reformas
que dinamice su demanda doméstica y reduzca su excesivo e insostenible
superávit por cuenta corriente. El BCE debe mantener el programa de expansión
cuantitativa y los tipos al cero hasta que la inflación a medio plazo de la
zona euro se estabilice de manera creíble y sostenible en el 2%. Y el plan de
inversiones de Juncker se debe expandir de manera significativa para dar el
impulso necesario a la demanda en los países más deprimidos.Una verdadera unión
monetaria necesita una estructura federal, y asentarse en torno a tres ejes:
simetría, solidaridad, y oportunidad. Si es necesario, con un proceso a dos
velocidades, los países que estén dispuestos a dar el paso y acelerar el
proceso integrador deben ser libres de avanzar. Europa debe acabar con la tiranía
de la unanimidad, la tiranía de la minoría.
Sin
solidaridad no habrá unión monetaria. Solidaridad a largo plazo, no solo en
momentos de crisis, a través de una unión fiscal y financiera robusta. Los
ciclos económicos europeos no están sincronizados, y las estructuras económicas
de los países no son iguales. Y no deben ser. La diversidad da solidez a la
eurozona. No, no hay que ser como Alemania. Es un error pensar que todos los
países europeos tienen que converger hacia un mismo modelo económico. Esta diversidad
requiere un sistema fiscal federal que ayude a compensar los ciclos asimétricos
y evite que se tengan que adoptar las políticas fiscales procíclicas que tanto
daño económico y político han hecho durante la crisis. El objetivo prioritario
de Europa en los próximos cuatro años tiene que ser completar la unión fiscal y
financiera con la creación de una agencia europea de deuda que emita eurobonos
para financiar parcialmente la deuda de los países de la eurozona. Los
eurobonos son el elemento necesario para solidificar la unión financiera, como
garantía ultima del fondo de resolución bancaria y de un futuro fondo europeo
de garantía de depósitos, y como mecanismo para diversificar geográficamente
las carteras de los bancos. Solo así, junto a la creación de bancos
paneuropeos, se podrá romper de manera creíble el vínculo entre sistemas
bancarios y deuda soberana. Transferir una parte de la recaudación impositiva a
Europa y reforzar las garantías constitucionales de cumplimiento de las reglas
fiscales tendrán que ser elementos necesarios de este proceso.
Oportunidad
para todos los europeos, y para los que quieran venir a Europa. Es una
necesidad económica y un imperativo moral. Europa debe establecer la reducción
de la desigualdad como un objetivo a la par del equilibrio fiscal y
macroeconómico, y eliminar las barreras a la movilidad interna de sus
ciudadanos para aumentar la flexibilidad de su economía y su crecimiento
potencial. Una “unión laboral”, basada en un concepto de residencia europea que
permita el empleo y la portabilidad de prestaciones sociales en cualquier punto
geográfico de la unión europea, es un complemento fundamental a la unión
económica, financiera, y fiscal. Esta unión laboral debe abrirse a los
emigrantes, de manera solidaria entre los socios europeos. Europa necesita
inmigración para frenar el deterioro demográfico, y tiene la obligación moral
de ayudar en la resolución de la crisis humanitaria del Mediterráneo.
Los
ciudadanos europeos tienen razones para estar defraudados. Se merecen más,
mucho más. No se puede esperar a la próxima crisis. Hay que resucitar el euro.
Ángel Ubide es senior fellow del Peterson Institute
for International Economics. @ange