Interesante articulo de Stiglitz sobre la evolucion de la crisis y lo que esta sucediendo tanto en la economia real como en la financiera. No se estan tomando las medidas adecuadas para aumentar el crecimiento economico y generar empleo, la mejor manera de aumentar la recaudacion fiscal y equilibrar los presupuestos, ni se estan tomando las medidas de regulacion del sistema financiero por los Bancos Centrales para evitar ataques especulativos contra la estabilidad del sistema. Muchas cuestiones por resolver que nos ponen ante varios años de bajo crecimiento y alto desempleo.
2011-08-05
Un contagio de malas ideas
NUEVA YORK – La Gran Recesión de 2008 se ha transformado en la Recesión del Atlántico Norte: son principalmente Europa y los Estados Unidos, no los mercados emergentes más importantes, los que se han visto afectados por el lento crecimiento y alto desempleo. Y son Europa y los Estados Unidos los que marchan, juntos o separados, hacia el desenlace de una gran debacle. La explosión de una burbuja condujo a un estímulo keynesiano masivo que evitó una recesión mucho más profunda, pero también impulsó déficits presupuestarios importantes. La respuesta –recortes masivos del gasto– garantiza que niveles de desempleo inaceptablemente altos (un vasto desperdicio de recursos y un exceso de oferta de sufrimiento) continúen durante años.
La Unión Europea finalmente se ha comprometido a ayudar a sus miembros en dificultades financieras. No tenía opción: la agitación financiera amenazaba con difundirse desde países pequeños como Grecia e Irlanda a otros grandes como Italia y España, y la propia supervivencia del euro enfrentaba peligros crecientes. Los líderes europeos reconocieron que las deudas de los países en problemas serían inmanejables a menos que sus economías pudiesen crecer, y que el crecimiento no se lograría sin ayuda.
Pero si bien los líderes europeos prometieron que la ayuda estaba en camino, reforzaron su creencia de que los países sin crisis deben recortar sus gastos. La austeridad resultante retrasará el crecimiento europeo y con ello el de sus economías con mayores problemas: después de todo, nada ayudaría más a Grecia que el crecimiento robusto de sus socios comerciales. Y el bajo crecimiento dañará la recaudación tributaria, socavando la meta proclamada de consolidación fiscal.
Las discusiones previas a la crisis ilustraron lo poco que se había hecho para reparar los fundamentos económicos. La oposición vehemente del Banco Central Europeo a algo esencial para todas las economías capitalistas –la reestructuración de la deuda de las entidades en quiebra o insolventes– evidencia la continua fragilidad del sistema bancario occidental.
El BCE argumentó que los contribuyentes deberían hacerse cargo del costo total de la deuda soberana griega en problemas, por miedo a que cualquier participación del sector privado (PSP) pudiese disparar un «evento crediticio» que forzara importantes erogaciones sobre los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) y posiblemente fomentara mayores problemas financieros. Pero, si ese es un miedo real del BCE –si no se trata meramente de actuar en favor de los prestamistas privados– tendría que haber exigido a los bancos que mantengan más capital.
Además, el BCE tendría que haber prohibido a los bancos operar en el riesgoso mercado de los CDS, donde son rehenes de las decisiones de las agencias de calificación sobre lo que constituye un «evento crediticio». En efecto, un logro positivo de los líderes europeos en la reciente cumbre de Bruselas fue comenzar el proceso de limitar tanto al BCE como al poder de las agencias de calificación estadounidenses.
De hecho, el aspecto más curioso de la posición del BCE fue su amenaza de no aceptar los bonos del gobierno reestructurados como garantía si las agencias de calificación decidían que la reestructuración debía clasificarse como un evento crediticio. La idea de la reestructuración era liquidar deuda y lograr que al resto fuese más manejable. Si los bonos eran aceptables como garantía antes de la reestructuración, ciertamente serían más seguros después de ella y, por lo tanto, igualmente aceptables.
Este episodio sirve como recordatorio de que los bancos centrales son instituciones políticas con una agenda política, y que los bancos centrales independientes tienden a ser capturados (al menos «cognitivamente») por los bancos a los que supuestamente deben regular.
Y la situación no está mucho mejor del otro lado del Atlántico. Allí, la extrema derecha amenazó con paralizar al gobierno de los EE. UU., confirmando lo que sugiere la teoría de los juegos: cuando personas racionales se enfrentan a quienes están irracionalmente decididos a la destrucción si no logran su objetivo, son estos últimos quienes prevalecen.
Como resultado, el presidente Barack Obama consintió una estrategia desequilibrada de reducción de la deuda, sin aumentos de impuestos –ni siquiera para los millonarios a quienes les ha ido tan bien durante las últimas dos décadas, y sin siquiera eliminar las dádivas impositivas a las empresas petroleras, que socavan la eficiencia económica y contribuyen a la degradación ambiental.
Los optimistas argumentan que el impacto macroeconómico de corto plazo del acuerdo para aumentar el tope del endeudamiento estadounidense y evitar la cesación de pagos de la deuda soberana será limitado: recortes en el gasto de aproximadamente $25 millardos para el año próximo. Pero el recorte en los impuestos salariales (que contribuía con más de $100 millardos al bolsillo del ciudadano común estadounidense) no fue renovado, y seguramente las empresas, anticipando las consecuencias contractivas, serán aún más renuentes a otorgar créditos.
La cesación del estímulo es en sí misma contractiva. Y, a medida que los precios de los inmuebles continúan cayendo, que el crecimiento del PBI vacila y el desempleo se empecina en mantenerse elevado (uno de cada seis estadounidenses que desean un trabajo a tiempo completo aún no puede obtenerlo), lo que hace falta es más estímulo y no austeridad –incluso para equilibrar el presupuesto. El impulsor más importante del crecimiento del déficit es la baja recaudación fiscal debida a un pobre desempeño económico; el mejor remedio sería que los EE. UU. vuelvan al trabajo. El reciente acuerdo de la deuda es una jugada en la dirección equivocada.
Ha habido mucha preocupación sobre el contagio financiero entre Europa y los Estados Unidos. Después de todo, los errores de gestión financiera estadounidense jugaron un papel importante en el desencadenamiento de los problemas europeos, y la agitación financiera europea no será buena para los EE. UU. –especialmente considerando la fragilidad del sistema bancario estadounidense y su continuo papel respecto de los poco transparentes CDS.
Pero el problema real surge de otro tipo de contagio: las malas ideas cruzan fácilmente las fronteras, y las nociones económicas equivocadas a ambos lados del Atlántico se han estado reforzando entre sí. Esto será también válido para el estancamiento que esas políticas conllevarán.
Joseph E. Stiglitz es profesor universitario en Columbia University, Premio Nobel de economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy (Caída libre: Estados Unidos, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial).
Copyright: Project Syndicate, 2011.
www.project-syndicate.org
Traducido al español por Leopoldo Gurman
Un contagio de malas ideas
NUEVA YORK – La Gran Recesión de 2008 se ha transformado en la Recesión del Atlántico Norte: son principalmente Europa y los Estados Unidos, no los mercados emergentes más importantes, los que se han visto afectados por el lento crecimiento y alto desempleo. Y son Europa y los Estados Unidos los que marchan, juntos o separados, hacia el desenlace de una gran debacle. La explosión de una burbuja condujo a un estímulo keynesiano masivo que evitó una recesión mucho más profunda, pero también impulsó déficits presupuestarios importantes. La respuesta –recortes masivos del gasto– garantiza que niveles de desempleo inaceptablemente altos (un vasto desperdicio de recursos y un exceso de oferta de sufrimiento) continúen durante años.
La Unión Europea finalmente se ha comprometido a ayudar a sus miembros en dificultades financieras. No tenía opción: la agitación financiera amenazaba con difundirse desde países pequeños como Grecia e Irlanda a otros grandes como Italia y España, y la propia supervivencia del euro enfrentaba peligros crecientes. Los líderes europeos reconocieron que las deudas de los países en problemas serían inmanejables a menos que sus economías pudiesen crecer, y que el crecimiento no se lograría sin ayuda.
Pero si bien los líderes europeos prometieron que la ayuda estaba en camino, reforzaron su creencia de que los países sin crisis deben recortar sus gastos. La austeridad resultante retrasará el crecimiento europeo y con ello el de sus economías con mayores problemas: después de todo, nada ayudaría más a Grecia que el crecimiento robusto de sus socios comerciales. Y el bajo crecimiento dañará la recaudación tributaria, socavando la meta proclamada de consolidación fiscal.
Las discusiones previas a la crisis ilustraron lo poco que se había hecho para reparar los fundamentos económicos. La oposición vehemente del Banco Central Europeo a algo esencial para todas las economías capitalistas –la reestructuración de la deuda de las entidades en quiebra o insolventes– evidencia la continua fragilidad del sistema bancario occidental.
El BCE argumentó que los contribuyentes deberían hacerse cargo del costo total de la deuda soberana griega en problemas, por miedo a que cualquier participación del sector privado (PSP) pudiese disparar un «evento crediticio» que forzara importantes erogaciones sobre los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) y posiblemente fomentara mayores problemas financieros. Pero, si ese es un miedo real del BCE –si no se trata meramente de actuar en favor de los prestamistas privados– tendría que haber exigido a los bancos que mantengan más capital.
Además, el BCE tendría que haber prohibido a los bancos operar en el riesgoso mercado de los CDS, donde son rehenes de las decisiones de las agencias de calificación sobre lo que constituye un «evento crediticio». En efecto, un logro positivo de los líderes europeos en la reciente cumbre de Bruselas fue comenzar el proceso de limitar tanto al BCE como al poder de las agencias de calificación estadounidenses.
De hecho, el aspecto más curioso de la posición del BCE fue su amenaza de no aceptar los bonos del gobierno reestructurados como garantía si las agencias de calificación decidían que la reestructuración debía clasificarse como un evento crediticio. La idea de la reestructuración era liquidar deuda y lograr que al resto fuese más manejable. Si los bonos eran aceptables como garantía antes de la reestructuración, ciertamente serían más seguros después de ella y, por lo tanto, igualmente aceptables.
Este episodio sirve como recordatorio de que los bancos centrales son instituciones políticas con una agenda política, y que los bancos centrales independientes tienden a ser capturados (al menos «cognitivamente») por los bancos a los que supuestamente deben regular.
Y la situación no está mucho mejor del otro lado del Atlántico. Allí, la extrema derecha amenazó con paralizar al gobierno de los EE. UU., confirmando lo que sugiere la teoría de los juegos: cuando personas racionales se enfrentan a quienes están irracionalmente decididos a la destrucción si no logran su objetivo, son estos últimos quienes prevalecen.
Como resultado, el presidente Barack Obama consintió una estrategia desequilibrada de reducción de la deuda, sin aumentos de impuestos –ni siquiera para los millonarios a quienes les ha ido tan bien durante las últimas dos décadas, y sin siquiera eliminar las dádivas impositivas a las empresas petroleras, que socavan la eficiencia económica y contribuyen a la degradación ambiental.
Los optimistas argumentan que el impacto macroeconómico de corto plazo del acuerdo para aumentar el tope del endeudamiento estadounidense y evitar la cesación de pagos de la deuda soberana será limitado: recortes en el gasto de aproximadamente $25 millardos para el año próximo. Pero el recorte en los impuestos salariales (que contribuía con más de $100 millardos al bolsillo del ciudadano común estadounidense) no fue renovado, y seguramente las empresas, anticipando las consecuencias contractivas, serán aún más renuentes a otorgar créditos.
La cesación del estímulo es en sí misma contractiva. Y, a medida que los precios de los inmuebles continúan cayendo, que el crecimiento del PBI vacila y el desempleo se empecina en mantenerse elevado (uno de cada seis estadounidenses que desean un trabajo a tiempo completo aún no puede obtenerlo), lo que hace falta es más estímulo y no austeridad –incluso para equilibrar el presupuesto. El impulsor más importante del crecimiento del déficit es la baja recaudación fiscal debida a un pobre desempeño económico; el mejor remedio sería que los EE. UU. vuelvan al trabajo. El reciente acuerdo de la deuda es una jugada en la dirección equivocada.
Ha habido mucha preocupación sobre el contagio financiero entre Europa y los Estados Unidos. Después de todo, los errores de gestión financiera estadounidense jugaron un papel importante en el desencadenamiento de los problemas europeos, y la agitación financiera europea no será buena para los EE. UU. –especialmente considerando la fragilidad del sistema bancario estadounidense y su continuo papel respecto de los poco transparentes CDS.
Pero el problema real surge de otro tipo de contagio: las malas ideas cruzan fácilmente las fronteras, y las nociones económicas equivocadas a ambos lados del Atlántico se han estado reforzando entre sí. Esto será también válido para el estancamiento que esas políticas conllevarán.
Joseph E. Stiglitz es profesor universitario en Columbia University, Premio Nobel de economía y autor de Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy (Caída libre: Estados Unidos, el libre mercado y el hundimiento de la economía mundial).
Copyright: Project Syndicate, 2011.
www.project-syndicate.org
Traducido al español por Leopoldo Gurman
¿QUE DEBEMOS APRENDER DEL CRISIS ECONÓMICO MUNDIAL?
ResponderEliminarEste repentino negativo acontecimiento, tomando en consideración que este mal es sólo uno de los innumerables e interrelacionados males surgidos después de la revolución industrial, entre los que los más graves son el antinatural y desenfrenada expansión demográfica y también antinatural excesivo consumo de energía de los hombres de nuestras civilizaciones, los que ni las Naciones Unidas ni de otros Organismos Oficiales y Organizaciones Particulares, cuyos cometidos es de tratar nuestros males, no han dado suficiente importancia a este cambio en la conducta y actividades del hombres contemporáneo, y sin buscar la causa de nuestros males han tomado cada uno directa y separadamente, cayendo en un error de un mal médico quien intenta curar una enfermedad infecciosa manifestada en epidermis con pomada sin conocer la existencia de su causante, la de la infección.
Corrigiendo este erróneo enfoque de juzgar y tratar nuestros males, tomando el caso de crisis económico mundial y relacionarlo este problema con el antinatural crecimiento de la población del mundo y antinatural crecimiento de consumo de energía de los hombres de nuestras civilizaciones, que hoy con su 7.000 millones es 35 veces más que existió en la época de Jesucristo, y el consumo de energía por persona es 3 – 4 veces mayor de lo normal y lo que existió en la época de Jesucristo, significara 35x(3 – 4) = 105 – 140 veces más consumo de energía, pero que este negativo cambio de conducta del hombre aún no ha llegado a su techo y lo que se espera para que población del mundo para el año 2050 llegara de tener 9.600 millones o sea 47 veces más y consumo de energía se extenderá durante este tiempo también entre los países económicamente emergentes, que significa de 2/3 de la población del mundo, y multiplicando estos dos factores nos dará 47x(3 – 4) = 141 - 188 veces más consumo de energía que existía en la época de Jesucristo en mismo tamaño de planeta.
Creo que ante estos hechos no hace falta ninguna demostración que nuestro planeta no posee los necesitados materias primas para satisfacer este desorbitada exigencia de energías y si por un milagro hubiera poder resolver este demanda, las contaminaciones de tierra aire y agua que estos productos causarían, ninguna vida que componen nuestro planeta podría aguantar.
A pesar de estos hechos nuestros economistas continúan considerar este problema como coyuntural y respetando el erróneo modo de vida de los hombres de nuestras civilizaciones, buscan soluciones prácticas para resolver este problema, sin darse cuenta que para obtener el bienestar económica que exigen los hombres de hoy será indispensable asegurar puesto de trabajo para todas las personas, que con la emancipación de las mujeres se duplico la mano de obra en mercado, y con las nuevas maquinarias e instrumentos capaces de producir trabajos de 10 -100 personas será imposible de crear trabajos para todas las personas, y anular en constante crecimiento de desempleo, que si este podría resolverse la consecuencia será la destrucción del medio ambiente y biodiversidad de nuestro planeta será inevitable.
¿Que debemos aprender de estos contradicciones?, es de reconocer que nuestros innumerables e interrelacionados males surgidos desde la revolución industrial no son casuales sino son los manifestados efectos del erróneo modo de vida de nuestras sociedades y la única solución de resolver este grave situación es buscar la solución como poder restablecer la justa “Filosofía del mundo y de la vida” de la especie humana, que como hemos vista en la historia de la conducta y actividades del hombre, esto sólo puede obtenerse logrando establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de la naturaleza especial de especie humana.
Obtener este necesitado cambio, aunque puede parecer paradójico, no serán nuestros economistas, sino algunos sabios o filósofos quienes podrían encontrar la solución necesaria.
Madrid 16 de Noviembre de 2011
Francisco Z. Lantos
Doctor Arquitecto
¿QUE DEBEMOS APRENDER DEL CRISIS ECONÓMICO MUNDIAL?
ResponderEliminarEste repentino negativo acontecimiento, tomando en consideración que este mal es sólo uno de los innumerables e interrelacionados males surgidos después de la revolución industrial, entre los que los más graves son el antinatural y desenfrenada expansión demográfica y también antinatural excesivo consumo de energía de los hombres de nuestras civilizaciones, los que ni las Naciones Unidas ni de otros Organismos Oficiales y Organizaciones Particulares, cuyos cometidos es de tratar nuestros males, no han dado suficiente importancia a este cambio en la conducta y actividades del hombres contemporáneo, y sin buscar la causa de nuestros males han tomado cada uno directa y separadamente, cayendo en un error de un mal médico quien intenta curar una enfermedad infecciosa manifestada en epidermis con pomada sin conocer la existencia de su causante, la de la infección.
Corrigiendo este erróneo enfoque de juzgar y tratar nuestros males, tomando el caso de crisis económico mundial y relacionarlo este problema con el antinatural crecimiento de la población del mundo y antinatural crecimiento de consumo de energía de los hombres de nuestras civilizaciones, que hoy con su 7.000 millones es 35 veces más que existió en la época de Jesucristo, y el consumo de energía por persona es 3 – 4 veces mayor de lo normal y lo que existió en la época de Jesucristo, significara 35x(3 – 4) = 105 – 140 veces más consumo de energía, pero que este negativo cambio de conducta del hombre aún no ha llegado a su techo y lo que se espera para que población del mundo para el año 2050 llegara de tener 9.600 millones o sea 47 veces más y consumo de energía se extenderá durante este tiempo también entre los países económicamente emergentes, que significa de 2/3 de la población del mundo, y multiplicando estos dos factores nos dará 47x(3 – 4) = 141 - 188 veces más consumo de energía que existía en la época de Jesucristo en mismo tamaño de planeta.
Creo que ante estos hechos no hace falta ninguna demostración que nuestro planeta no posee los necesitados materias primas para satisfacer este desorbitada exigencia de energías y si por un milagro hubiera poder resolver este demanda, las contaminaciones de tierra aire y agua que estos productos causarían, ninguna vida que componen nuestro planeta podría aguantar.
A pesar de estos hechos nuestros economistas continúan considerar este problema como coyuntural y respetando el erróneo modo de vida de los hombres de nuestras civilizaciones, buscan soluciones prácticas para resolver este problema, sin darse cuenta que para obtener el bienestar económica que exigen los hombres de hoy será indispensable asegurar puesto de trabajo para todas las personas, que con la emancipación de las mujeres se duplico la mano de obra en mercado, y con las nuevas maquinarias e instrumentos capaces de producir trabajos de 10 -100 personas será imposible de crear trabajos para todas las personas, y anular en constante crecimiento de desempleo, que si este podría resolverse la consecuencia será la destrucción del medio ambiente y biodiversidad de nuestro planeta será inevitable.
¿Que debemos aprender de estos contradicciones?, es de reconocer que nuestros innumerables e interrelacionados males surgidos desde la revolución industrial no son casuales sino son los manifestados efectos del erróneo modo de vida de nuestras sociedades y la única solución de resolver este grave situación es buscar la solución como poder restablecer la justa “Filosofía del mundo y de la vida” de la especie humana, que como hemos vista en la historia de la conducta y actividades del hombre, esto sólo puede obtenerse logrando establecer el justo equilibrio entre la parte espiritual e instintiva de la naturaleza especial de especie humana.
Obtener este necesitado cambio, aunque puede parecer paradójico, no serán nuestros economistas, sino algunos sabios o filósofos quienes podrían encontrar la solución necesaria.
Madrid 16 de Noviembre de 2011
Francisco Z. Lantos
Doctor Arquitecto